Las relaciones entre padres e hijos son únicas e intensas. Habitualmente las familias son felices cuando padres e hijos saben relacionarse y comunicarse de manera afectuosa y positiva. Cuando los padres se sienten capaces de ayudar a que sus hijos se “comporten bien”, y cuando los hijos pueden expresar sus emociones y tener una conducta adecuada.
Las mayores dificultades surgen
cuando los padres no saben cómo manejar la conducta de sus hijos de manera
eficaz. La conducta posicionista y desafiante es frecuente entre los niños. A
partir de aquí será donde nosotras actuaremos desde nuestra función pedagógica
para conseguir que todas aquellas conductas negativas se extingan y reforzar
aquellas que resulten positivas prevaleciendo en el tiempo.